Fernando Rueda es una referencia del periodismo de
investigación y uno de mejores en el campo del espionaje. Fue subdirector de Interviú y de Tiempo, revistas para las que sigue escribiendo, es parte del equipo del programa radiofónico La rosa de los vientos de Onda Cero, ha escrito once libros y es doctor en Periodismo por la UCM.
Dicen de usted que es
la persona que más sabe de espionaje en España. ¿Se considera un espía de espías?
Sí, porque en el fondo lo que hacemos los periodistas es
investigar, buscar aquello que alguien trata de ocultar. Y los periodistas de
investigación más aún. No hay periodismo de investigación sino hay alguien que
tiene esa voluntad que determinadas cosas que hacen como corruptelas o
comportamientos inmorales no sean conocidos por la sociedad. El mundo del
espionaje, al que yo me dedico, está lleno de comportamientos ilícitos e
inmorales. Lo que pasa es que, aparte del propio CNI que los oculta, también el
Gobierno los esconde porque no le interesa que se conozcan ese tipo de
comportamientos.
Se trata por tanto de
una de las figuras más puras del periodismo como perro guardián.
Yo prefiero llamarlo el perro
controlador. Nosotros lo que tenemos que hacer es controlar al Gobierno. No
se trata de contar las misiones extrañas que está haciendo CNI, porque pones en
riesgo la vida de los espías. El pasado diciembre se cumplieron diez años del
asesinato de ocho agentes del servicio secreto en Irak. El trabajo del
periodista es averiguar por qué fueron asesinados, qué estaban haciendo allí,
cómo informaron a Aznar de que no había armas de destrucción masiva…
El CNI investiga lo que
pide el Gobierno pero ¿cómo conseguimos que el partido que está en el poder no
se aproveche de estos servicios de inteligencia?
No es posible. Porque la diferencia entre lo que es el
Estado y el Gobierno se lleva muy mal. Por ejemplo el CNI está apoyando
intensamente al Rey a raíz del tema de Urdangarín. Ellos se amparan en que
todos los ataques contra el Rey pueden ser ataques contra el Estado. Hay otra opinión
y es que al Rey, cuando se está investigando si ayudó a su yerno a llevar a
cabo acciones ilegales o, en cualquier caso inmorales, no se le puede apoyar.
Pero el CNI lo protege. Lo mismo ocurre con el Gobierno con el caso Bárcenas.
¿Eso está dentro de lo que debería de ser función del CNI? Yo creo que no.
¿Por qué los
Servicios Secretos se llaman Servicios de Inteligencia?
Porque los Servicios Secretos quieren blanquear su imagen.
Hablamos de Servicios Secretos influidos por las películas de James Bond y ese
tipo de cosas. Ese nombre nos lleva a pensar que hay unas alcantarillas donde
se mueven las ratas y se realizan operaciones muy sucias. Sin embargo Servicio
de Inteligencia parece algo de cierta importancia. Con inteligencia se habla de
obtención de información más análisis. Pero, aunque les moleste, los
periodistas intentamos usar el término de Servicios Secretos.
Los agentes de los Servicios
Secretos de España, desde hace pocos meses, pueden dejar el CNI y pasar a
trabajar para empresas privadas. ¿Hasta qué punto afecta esto a la seguridad
nacional?
El espía se va como cualquiera a donde más dinero gana. El
problema está en países como EEUU donde los servicios de espionaje encargan
determinadas misiones a empresas privadas. Y muchas veces son los propios
espías los que dejan su trabajo en la CIA y se van a esas empresas privadas a
ganar más dinero. Eso sucede en el caso Snowden. En realidad Snowden no era un
agente del NSA sino que pertenecía a una empresa que realizaba determinados
trabajos para la NSA. En España cada vez hay más empresas privadas que trabajan
para el CNI lo que pasa es que no se conocen. El CNI las contrata para misiones
especialmente guarrindongas para que si les pillan no puedan decir que lo ha
hecho el CNI. Pongo un caso concreto: en Barcelona fue detenido un técnico
informático que se llama Tomás Bevilacqua que resultó ser la persona que
protegía informáticamente la empresa de Iñaqui Urdangarín. Bevilacqua cobraba
de fondos reservados del CNI para, como ocurrió, poder decir que no estaba en
la nómina cuando en realidad trabajaba para ellos.
Independientemente de
los casos de espionaje masivo que sufrimos casi todos, ¿se cree espiado?
Todos los periodistas que hemos trabajado en algún tema por
el que el CNI tenga interés hemos sido controlados. Hace unos años, yo estaba
terminando un libro, K.A. licencia para
matar, salí en Nochevieja y al día siguiente me puse a escribir y noté que
al ordenador le pasaba algo raro. Se lo llevé al técnico y no me supo decir que
le pasaba. No le dije nada a nadie y terminé el libro. Normalmente escribo sin
censura y cuando termino analizo qué partes quiero publicar y cuáles no. Cuando
el libro salió publicado, el director entonces del CNI, Javier Calderón, acudió
al Palacio de la Moncloa y se reunió con quince periodistas. Uno de ellos era
Antonio Casado que era redactor jefe de la revista Tiempo, yo entonces era subdirector. Le pedí que le preguntase qué opinaba de mi
libro. Calderón le respondió: Me da igual
el libro (porque ellos siempre desprecian el trabajo de los periodistas) pero me parece muy mal lo que cuenta de mi hijo.
Cuando Antonio me lo dijo le respondí Pues
no sé qué libro ha leído. Porque
en el libro publicado no aparece el caso de su hijo que sí estaba en el
borrador de mi ordenador en Nochevieja.
Ganó el premio Ejército por su labor informativa sobre
las Fuerzas Amadas ¿Cómo se logra informar sobre una institución tan hermética?
Realmente ya no lo es tanto. Cuando yo lo gané lo era mucho
más. Al final informar es penetrar en las redes. El periodista no se hace, como
nos obligan ahora tantas empresas, encerrados en las redacciones. El periodista tiene que salir, ir a los actos,
al lugar de la noticia, presentarse, conseguir contactos… Muchos de ellos
buscan periodistas con un perfil que no esté controlado por el poder y son
ellos los que te dan, muchas veces, las informaciones más críticas. Luego,
imagínate, del periodismo de Defensa al del CNI donde las fuentes tienen
prohibido por ley hablar con los periodistas. Un militar puede sortear eso pero
un espía no puede ni acercarse a un periodista. Cuando un agente entra en el
CNI le hacen escribir una lista de todos los periodistas que conoce para
tenerle el máximo control.
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